Evangelio Dominical – IV Domingo de Pascua

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús:
–Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno.


Comentario

Marco: El contexto presenta a Jesús como Luz de mundo: curación del ciego de nacimiento y presentación de Jesús como el Buen Pastor que conduce a los suyos a la vida.

Reflexiones

1ª) ¡Seguridad del destino de los seguidores de Jesús!

Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen… En la Escritura es frecuente encontrar, como en el Oriente Antiguo, la imagen del pastor para referirse a Dios o a los que Él envía para cuidar de su pueblo. En el Antiguo Testamento hay algunas páginas significativas en las que se presenta tanto a Dios como a sus lugartenientes bajo la imagen del pastor (Sl 79; Ez 36). Podemos suponer que los redactores joánicos han tenido delante de sus ojos dos realidades importantes, a saber, esta profecía de Ezequiel y la experiencia de la misión de Cristo. Jesús ha realizado el proyecto ideal querido por el Padre al enviarlo al mundo. Y lo ha realizado como un Pastor fiel y auténtico. Jesús invita a los hombres a seguirle para conseguir la vida eterna. La imagen está tomada de la forma y estilo de realizar el pastoreo ya que las ovejas siguen detrás del pastor. Jesús conduce a su rebaño hasta la meta que culmina su obra, porque las ovejas siguen al pastor hasta el final. Con estas imágenes tan frecuentes y adecuadas en la cultura del antiguo Oriente y de Israel, el redactor joánico expresa una tarea, una misión, un talante y una meta: la gloria que Jesús posee y disfruta (Jn 17,24). Quizá esta imagen del pastor y las ovejas no tenga esa fuerza plástica y significativa en nuestro tiempo. Es necesario subrayar lo significado por la imagen. Jesús, el Pastor fiel y auténtico, ofrece a la humanidad un camino y unas posibilidades reales que la conducen a la meta final de la salvación que es la posesión de la vida feliz sin término. Y, dirigiendo la mirada a la Iglesia, se trata de una urgencia para presentar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo lo que significa la solicitud respetuosa con su libertad y la generosidad y solidaridad.

2ª) ¡La causa última de la seguridad: Yo y el Padre somos uno!

Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Sabemos que a la escuela joánica le gusta llegar al fondo de la realidad. La garantía que se ofrece a los seguidores de Jesús es, dice el evangelista, que el Lugarteniente y el que lo envía son una misma cosa. El Padre es quien sale garante de la misión del Hijo. Y del Padre nadie puede arrebatar las ovejas porque tiene poder para custodiarlas contra todas las dificultades y asaltos. Pero la escuela joánica no sólo contempla al Padre como quien tiene un poder soberano sino, sobre todo, como quien se revela en su amor a los hombres hasta enviarles a su propio Hijo para salvar a la humanidad y no para condenarla (Jn 3,16ss). La comunión plena del Hijo con el Padre es la garantía de éxito en la misión y fundamenta la seguridad y la esperanza de los que siguen a Jesús, cuya meta final es la vida eterna. Una vida que comienza ya aquí, porque los que aceptan la palabra del Buen Pastor pasan de la muerte a la vida y se asientan definitivamente en la vida. Y esta vida se consolida en la comunión del Pan que se le ofrece como la propia carne de Jesús (Jn 6,31-58). La escuela joánica, en la que no faltaban problemas de comunión, quiere expresar de esta manera que la tarea de Jesús está en plena sintonía con el proyecto del Padre que le ha enviado como Salvador del mundo. El Jesús resucitado sigue presente en su Iglesia actualizando su misión de Buen Pastor, pero ahora oculto en sus pastores. Es necesario que los pastores traten de asemejarse a Jesús en la misión y que los hombres y mujeres puedan encontrar creíble y fiable la oferta del propio Jesús.


Fr. Gerardo Sánchez Mielgo

Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)