La imagen del Santo Crucifijo representa Cristo de tres clavos, en el último instante de la agonía, con ojos y labios entrecerrados, cabeza inclinada hacia el hombro derecho cayendo sobre este el mechón de pelo y dejando al descubierto el izquierdo. De cuerpo sereno y estilizado casi manierista, representa gran serenidad ante la muerte. La nota barroca se puede apreciar en su sudario, que de forma magistral, con pliegues largos y marcados, buscando el claroscuro, da la sensación de ser movido por el viento.
Es obra del escultor flamenco José de Arce (Josephe Aaerts), afincado en Sevilla y Jerez. Este artista flamenco, al que erróneamente se le encuadró dentro de la nómina de discípulos de Martínez Montañés, posee una biografía algo enigmática y poco conocida.
De los datos que se manejan con fiabilidad, además de su origen flamenco, es que nace en torno a 1607 y se establece entre Sevilla y Jerez desde 1636 hasta su muerte en torno a 1666. Más controvertidos parece su formación, en donde se puede apreciar ese gusto flamenco por el uso de formas cotidianas en sus relieves como lo anguloso de sus pliegues que recuerdan más a Bernini, y que hacen pensar en una formación o etapa en Roma o bien un amplio conocimiento a través de grabados y estampas.
Para comprender el grado de fama que tuvo entre sus contemporáneos destaca la definición de Fernando de la Torre en 1671 como el “Phidias de nuestro tiempo” al describir la magna obra de los Evangelistas y Padres de la Iglesia que coronan el Sagrario de la Catedral de Sevilla.