Santo Crucifijo de la Salud

Es una talla de tamaño natural, imagen de extraordinario movimiento que serpea suavemente desde la cabeza a los pies, mientras se vence ligeramente hacia delante sin llegar a desplomarse por completo.

La finura de sus facciones resalta aún más la perfección y belleza del rostro, mientras la cabeza cae sobre el hombro derecho. Los ojos entornados, los labios entreabiertos acabado el supremo instante de entregar su espíritu.

El torso, pese a las heridas y las efusiones de sangre, es la mejor prueba del clasicismo de la imagen. Por su parte, el sudario es su seña de identidad, de clara inspiración en los crucificados renacentistas, su concepción artística merece una mención aparte, pues semeja estar ondulado por el viento, enroscándose en un barroco lazo cuyos extremos se despliegan ampliamente en el aire dejando casi al descubierto la cadera derecha.

La anatomía es de gran belleza plástica y, a la vez, muy atormentada, reflejando vivamente el castigo infligido por el martirio. Barrocos son los tres clavos que lo fijan a la cruz, permitiendo una grácil torsión de una pierna sobre la otra.

Se trata de una obra de mediados del siglo XVII, atribuida a Josephe Haerts –castellanizado José de Arce–. Esta hipótesis, que se basa en su concordancia estilística, fue lanzada por vez primera por Manuel Esteve Guerrero en 1927, si bien años después se desdiría el autor de la misma, retrasando al final de la centuria la hechura de la imagen.

A pesar de ello, la tradición de adjudicársela al escultor flamenco continuó, máxime cuando se comenzaron a establecer concordancias entre la posible cronología del crucificado y la estancia de aquél en Jerez trabajando en la conclusión del retablo de la capilla mayor de San Miguel, cuyo finiquito tuvo lugar en 1655.

Otro argumento que refrenda esta atribución resulta de la publicación en 1994 de la escritura contractual original de policromía de una nueva imagen del crucificado de la cofradía, otorgado el 20 de febrero de 1647.

En efecto, en esa fecha el maestro pintor Manuel Díaz de Tejada se obligaba a «encarnar vna hechura de Santo Christo que la dicha cofradía tiene a satisfacción de los dichos hermanos y mayordomo».

A la conclusión de su tenor documental, siguiendo la costumbre habitual de la época de que en el contrato de policromía figurase como testigo el escultor de la misma, aparece testificando «Jossefee de Aers». Así, pues, la fecha de este concierto, tan cercana a los trabajos de Arce en San Miguel, y el detalle de su aparición como testigo en el mismo son dos argumentos de indudable fundamento para atribuirle la autoría.

Desde 1647 se han practicado varias intervenciones en la imagen, habiéndose comprobado la existencia de hasta tres policromías superpuestas en el sudario. La actual, que se dejó al descubierto en la última restauración del año 1995, era la segunda, conservándose un pequeño fragmento de la primera como testigo y eliminándose la última, quizás la menos afortunada.

En las actas de cabildos de oficiales de la Hermandad hay datos de consultas a imagineros en los años 40 y 50 del siglo anterior, para intervenciones de mantenimiento o reparación de pequeños desperfectos, como la consolidación del brazo izquierdo que se llevó a cabo en 1957 por hallarse este resentido por los numerosos cambios de cruz a los que se sometía la imagen.

Prácticamente desde el mismo momento de la reorganización de la cofradía en 1928, se incorporaron al Santo Crucifijo las “potencias”, que según la filosofía aristotélica –gracias a la adaptación al pensamiento cristiano que realizaron San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino– forman parte integrante de la doctrina oficial de la Iglesia Católica y representan las tres ‘potencias’ intelectivas del alma humana, que en Cristo alcanzan su máxima expresión: memoria, entendimiento y voluntad, y que por ello se representan en forma de ráfagas sobre su corona de espinas, dada la naturaleza real de Cristo. Redundando en ello, otros autores ven en ellas el símbolo de la plenitud en la gracia, la omnipotencia y la omnisciencia de Cristo. Aunque inicialmente eran de plata, el 3 de marzo de 1957 fueron bendecidas las tres potencias de oro que actualmente coronan la cabeza del Santo Crucifijo.